Un niño cazador, que vende su alma al diablo para entrar en posesión de las bolas mágicas.
La hija de una hermosa cazadora, por la que compiten dos jóvenes.
Criaturas encantadas, sueños traviesos, una corona nupcial que resulta ser una corona de luto y un trágico final.
La belleza salvaje de la naturaleza, las escenas folclóricas primitivas y el diablo en el desfiladero del lobo.
Todo esto sólo sirve de fondo para las melodías, probablemente las más bellas, que el romanticismo alemán ha puesto de manifiesto.
El “Freischütz” de Weber debe ser conocido por todos, ya que es una de las obras más importantes de nuestra historia de la ópera.
Desde hace casi 200 años, los músicos se esfuerzan por este trabajo, siempre renovándose en la música y luchando por cada frase.
Uno de los frutos más interesantes y exitosos de este trabajo es probablemente la grabación de Carlos Kleiber, que marca la pauta en términos de claridad de texto y una comprensión radicalmente nueva del tempo.
Carlos Kleiber y la Radio-Sinfonieorchester de Stuttgart ensayando:
La obertura de la obra: