A lo largo del siglo XVI, el laúd se fue desprendiendo gradualmente de su antiguo papel. En pocas décadas, pasó de ser un instrumento de acompañamiento a ser un instrumento solista, para el que se escribieron y publicaron numerosas obras en su propio estilo.

Inglaterra desempeñó un papel pionero. Una forma de composición que se desarrolló sólo aquí en esa época fue el “Ayre”, cuya característica especial fue que consistía en una voz superior dominante. También se podía cantar, por lo que los cantantes se hicieron cargo de la voz alta y fueron acompañados por el laúd.

Su representante más importante fue John Dowland, que pronto se ganó la reputación de ser uno de los compositores, cantantes y laudistas más importantes de su tiempo debido a sus extensos viajes por todo el continente. Sus obras fueron tan populares que se imprimieron y se representaron en las principales ciudades europeas.

En los Ayres ilustra su capacidad para transformar el estado de ánimo y la emoción de un texto poético en música. Lo hace mejor con textos bastante lúgubres, como el famoso “In darknesse let mee dwell” (En la oscuridad déjame vivir), con su apasionada e intensa pintura tonal.

Pero lo más importante es sin duda su canción “Flow my teares”, que en su versión para laúd en solitario como “Lachrimae” (“Lágrimas”) sigue siendo una de sus obras más famosas.