Es bueno que todavía estemos teniendo un otoño tan hermoso. Si hace buen tiempo y tienes tiempo libre, me gustaría llevarte a una pequeña aventura.

 

Compre una buena botella de vino y tal vez algo para fumar, y luego salga a un lugar tranquilo. Busca una montaña, una colina o, si no hay nada de eso alrededor, al menos un pequeño trozo de tierra.

Tiene que ser un lugar donde puedas tomar el sol sin que nadie te moleste. Disfruta del calor, del calor en tu piel y del parpadeo en el aire. Escuche el zumbido de las moscas, el susurro del viento, y huela el polvo, la hierba seca y las piedras calientes.

Y luego, si sientes que escapaste del mundo, al menos por un momento, toma un sorbo de vino y disfruta de la historia de Klingsor.

 

Klingsor, el mago. Klingsor, el seductor de las mujeres. El amigo de Li Tai Po. El bebedor. El pintor. El poeta. Y el buscador. El hombre que vivió una vida como una vela encendida a ambos lados.

Klingsor, el hombre que pinta, llora, camina por el mundo y habla. Pinta, sueña, lacerando su corazón con risas. El hombre que ama a las mujeres, mira al mundo, trata de terminar cada bebida para luego capturarla en un lienzo.

Y se quema.

Y quemaduras.

Por otro verano.

 

Klingsor, el pintor que envejece y que quiere probar una vez más un pequeño trozo de juventud, por última vez.

Y fracasó. Destruyendo y barriendo todo en el proceso.

 

Klingsor, un tonto en un mundo que se considera razonable. Un mundo que impone reglas y se ríe de los artistas, de los que siguen a una mariposa, a un niño que se ríe o simplemente a un sueño.

 

La historia de Klingsor. Y su último verano.

 

Pero no es sólo la historia. No se trata sólo de la narrativa, el lenguaje o el virtuosismo de Hesse. Son más bien los sentimientos que el libro desencadena en nosotros, y el estado de ánimo que transmite.

 

Desde el punto de vista lingüístico y técnico, Hesse alcanzó su apogeo de forma lúdica. Con este trabajo, creó lo que siempre quiso desde niño: o se convierte en “poeta o nada”.

 

No sé si ya has leído “El verano pasado de Klingsor”, pero eso no es importante.

 

Simplemente elija un día caluroso, escóndase en un lugar solitario y disfrute de uno de los libros más bellos de su tiempo durante una o dos horas.